Un corazón sin destino, atravesó el cielo en busca de dios. Cuando lo encontró se presento ante el y le dijo:
-Señor, creador del cielo y la tierra, me poso ante ti porque soy un corazón sin dueño. En los últimos siglos de mi existencia, eh permanecido en personas que me han utilizado para hacer el mal solo eh conocido la desgracia, la enfermedad, la dolencia, la podredumbre, la muerte, me eh vuelto frio e inhumano. Sufro y aun sigo sufriendo y tengo miedo de no poder cambiarlo si mañana me tocara algo peor de lo que eh podido soportar, ya ni fuerzas tengo para querer seguir viviendo. Por favor ayúdame.
Y Dios le respondió: -Has demostrado valor viniendo ente mi algo que muy pocos consiguen ya sea por vergüenza miedo o arrepentimiento. Un corazón nunca debe sentir vergüenza tiene que saber donde esta su sitio disponer de valor, voluntad, amor y benevolencia. Tus palabras han sido escuchadas, te ayudare según mi voluntad, lo demás dependerá de ti.
El corazón sin darse cuenta, se encontraba en la tierra viviendo dentro de su propio cuerpo que Dios le había dado. Podía ver, respirar, moverse, correr, andar incluso hablar, consiguió tener su propia voz, logró aprender lo que era la bondad y la sinceridad, por fin pudo amar a su manera.
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