Dama de la oscuridad,
Con el corazón y el alma heridos,
Te invade la soledad.
Las lágrimas que derramaste,
Ya nunca más volverán,
Después de ser vulnerable y frágil,
El dolor te hizo ser fuerte,
Te enseño a odiar,
A buscar venganza y a luchar.
Señora de la eternidad,
Creaste una fortaleza en tu gran mundo,
Que nadie nunca pudo atravesar,
Y en una sola palma de tu mano,
Escondes el poder que temen los humanos,
Que con solo chasquear tus dedos,
Los destruyes sin un mínimo de piedad.
Alteza del mundo de las hadas,
Tus ojos penetrantes misteriosos,
Ven los secretos del mundo,
Guardándolo todo.
Tu magia y belleza,
Te precede durante años,
Vagando por los rincones
Del bosque mágico.
Cuidando de el, haciéndole cicatrizar,
Mientras que a ti, nadie te puede curar.
Divina protectora,
Creaste una coraza,
Que solo tu protegida pudo derribarla,
Y cuando tu corazón,
Empezaba a revivir,
La pena y oscuridad, te volvió a invadir.
La maldición echa está,
No se puede volver atrás,
Ni tampoco eliminar,
Sin un amor eterno,
Caerá en un profundo sueño,
Por los siglos de la eternidad.
Aurora tan quieta estaba,
En su cama dormitaba,
Y un beso tuyo mi gran reina,
Con mucho cuidado y ternura,
La maldición destruiste,
Haciéndola despertar.
Mi querida hada madrina,
Al fin conoces la verdad,
De lo que tanto tiempo temías,
Tu corazón volvió a amar.
Y así, destruyendo la maldad,
Se convirtió al fin,
En amor eterno, verdadero,
Amor de madre y sincero,
Que duro hasta el fin de los tiempos.
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