jueves, 3 de abril de 2014
HALLOWEEN
Inesperadamente la oscuridad se le echo encima, el salón, parecía una tétrica cueva sin salida y humedad. Ángelo, salió a la terraza asomándose al balcón para comprobar si el era el único que estaba a oscuras. El exterior, compartía la misma tiniebla, aunque a la gente no parecía importarle, eran felices con sus disfraces de Halloween, las calabazas diseñadas con la imaginación tradicional dejaban un rastro iluminado color naranja. El nunca celebraba Halloween le parecía una estupidez recoger caramelos de casa en casa la noche de difuntos, y comer palomitas de colores para cuando los dulces, los tenias durante todo el año, no le veía ningún sentido. Se volvió a meter dentro en busca del cuadro de fusibles tanteando entre el silencio del apagón, hasta que una pequeña sonrisa, irrumpió ese silencio. Un sonido de arrastre venia acompañado de un olor putrefacto que salía a través del pasillo, esa boca del lobo que parecía que iba a engullirle, y sin nada que pudiera iluminarle ni linterna, ni velas, incluso su móvil no estaba en su bolsillo, no podía distinguir nada, el palpito de su corazón, parecía una bomba de relojería. Ni siquiera dijo nada su voz, se quebró muda. Cuando estaba a unos centímetros de conectar el interruptor, noto un roce en el brazo derecho, pegándole un mordisco en la mano, que le hizo gritar huyendo despavorido, tropezándose con los objetos que arrastraba hacia su paso sin ningún control, consiguiendo llegar hasta el estudio de su padre que conectaba con el salón, bajando la persiana metálica hasta abajo. Pero, eso, no le impidió a su agresor deslizar la mano por debajo de la rendija. Ángelo cogió lo primero que encontró a su paso, algo punzante, parecía un abrecartas, lo suficiente para clavárselo y atraparle anclándole contra el suelo. Eso le daría tiempo para escapar por la salida interior, pero ante su sorpresa, la puerta se encontraba cerrada con llave, estaba atrapado. Mientras oía la persiana temblar, el desconocido la golpeaba con fuerza como si cien elefantes la pisotearan. El pánico de apodero de Ángelo, estaba fatigado, su respiración se aceleraba, empujaba la puerta interior a patadas llorando como un niño. El sonido hueco de la persiana paro en seco, el mismo arrastre que unos minutos había oído a través del pasillo, la sentía tras su nuca, el chico cerraba los ojos, apretando los labios, rindiéndose de rodillas. El sudor le corría la frente temblando de miedo. La oscuridad se hizo luz, Ángelo esperaba que ocurriera algo pero nada, solo el gemido y el olor se hacia notar tras el. Siguió esperando, hasta que se armo de valor y se giro, quería saber quien o que clase de ser le impregnaba tanto terror, y ante sus ojos no daba crédito a lo que veía. Era un ser pequeño, con cabeza de calabaza, con sus ojos huecos y sonrisa de niño, su harapos eran de trapo, de los que solían vestir a los espantapájaros, con un jersey color naranja. Entre sus manos, agarraba un saco pequeño abierto lleno de dulces y otras cosas mas imposibles de identificar, de hay el mal olor, Dios sabe lo que contenía dentro. Fijándose en que la mano que el le había agredido se estaba cicatrizando sola. El espíritu de Halloween le había visitado. Solo quería caramelos los ojos de Ángelo se movían en varias direcciones por si su padre tenia algo, y se acordó del tercer cajón de su escritorio. Alargo su brazo para abrirlo, y esos bombones de licor que tanto gustaban a su progenitor, acabaron dentro del saco, de ese pequeño ser. Este cerro el saco, se lo hecho al hombro y por un segundo miro fijamente al muchacho, entonces poco a poco, echo camino al andar con pasos lentos y pausados, se paro otro momento, y volvió a mirarle desapareciendo de un salto hacia la ventana. Ángelo se reía y a la vez lloraba, estaba sin control, descontrolado, arrinconado en un rincón de la pared con un ataque de pánico por lo que había visto. Nunca hablaría con nadie de lo sucedido aquella noche, solo seria un secreto entre el espíritu de Halloween y el. Esta vez, fue solo un aviso, a la segunda no habría otra oportunidad para Ángelo.
Moraleja: Aprender la lección, si no creéis en la festividad y no la celebráis el espíritu de Halloween, os ira a visitar y yo me lo pensaría dos veces antes de dar el paso.
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