No podía explicar aquella excitación que la embargaba, anonadada sin apartar la vista de aquella preciosa imagen quería tocarlo, olerlo, sentía deseos de fundirse en el. Con solo tocar el cristal del escaparate su cuerpo se estremecía en escalofríos, aquellos colores la hacían subir la temperatura agitando su respiración como un orgasmo invisible. El precio de aquel abrigo la intimidaba: 800 euros. Si, se lo podía permitir.
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